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Tipos de cajas acústicas

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Repaso a los diferentes tipos de recintos acústicos que encontraremos en nuestra afición.

Texto: Luis Llana

En anteriores números de CEC hemos tratado de resumir de la forma más sencilla posible y con la mínima terminología técnica, un mundo complejo como es todo lo relacionado con nuestros entrañables sistemas de altavoces -que denominaremos cajas o pantallas acústicas- en sus aspectos más relevantes. Hemos visto lo que es un altavoz -transductor- y sus diferentes tipos, su comportamiento al aire libre y la necesidad de instalarlos en un recinto, así como la conveniencia de enviar a cada uno -filtrar- el rango de frecuencias más apropiado a sus peculiaridades. También hemos comentado las tecnologías más utilizadas en el diseño y construcción de los recintos, así como las características eléctricas y acústicas, con especial atención a las dos -impedancia y sensibilidad- que determinan el nivel de dificultad de ataque de una caja acústica.

En esta ocasión nos centraremos en los diferentes tipos disponibles en el mercado para aplicaciones estéreo y de cine en casa, con la excepción de las específicas para las frecuencias subgraves (subwoofer) y los conjuntos para 5.1 canales, integrados por un subwoofer y cinco pequeños “satélites”, que trataremos en el siguiente número de CEC, así como las especificaciones THX más relevantes para este tipo de componentes.

Aunque daremos unas pautas para la óptima colocación de las distintas cajas con el objeto de extraer sus mejores prestaciones, no debemos olvidar que la sala de escucha es un elemento más de los que componen la cadena de audio, y que sus condiciones acústicas influirán de forma decisiva en la calidad del mensaje musical. Pero la acústica de salas es un tema que se debe tratar con mucha más extensión de la disponible en este artículo, por lo que en otro momento le prestaremos la atención que se merece. Podrán resolverlo cómodamente quienes tengan la fortuna de dedicar una sala exclusiva, sin las “molestias colaterales” que originarán los que deban contentarse con compartir la afición en la sala más noble de la vivienda, para lo que resultará preceptivo el permiso de la autoridad doméstica competente.

Pero que no cunda el desánimo. Si actuamos con sentido común y algo de ingenio, nos daremos cuenta de que enseres domésticos habituales como alfombras, cortinas, sofás, muebles con libros y alguna planta grande pueden obrar milagros, al contrario que las superficies vivas (grandes cuadros con cristales, espejos, vitrinias, etc.) que se deberán evitar en la medida de lo posible. Para las paredes se puede recurrir a tapices -geniales detrás de las cajas principales- y cuadros al óleo, sin cristal, como corresponde a este tipo de obras de arte. Un mueble con libros de diferente tamaño, estratégicamente ubicado en la pared más apropiada, es la mejor aproximación a uno de esos sofisticados -y caros- paneles difusores de residuo cuadrático.



Cajas para los canales principales



Se trata de la tradicional pareja de pantallas acústicas para la escucha de música en estéreo y para los canales principales de una instalación de cine en casa, encargadas de reproducir el grueso de la información de una banda sonora cinematográfica. Habitualmente, ambas aplicaciones están estrechamente vinculadas, por lo que el nivel de satisfacción dependerá del cuidado y dedicación que hayamos puesto en su selección. Deben ser capaces de reproducir el mayor rango de frecuencias posible, sobre todo en las bajas -lo que suele llevar aparejado un mayor tamaño-, así como una baja tasa de distorsión, la mejor linealidad posible y un buen ángulo de dispersión, parámetros difíciles de conjugar sin que el precio final se resienta. También sería deseable -pero ya entramos directamente en alta gama- una buena capacidad de manejo de potencia para conseguir un alto nivel de presión sonora, lo que garantizará el mejor rango dinámico. Si los anteriores datos parecen un tanto ambiguos o suenan a “chino”, pidamos una prueba comparativa entre cajas de diferentes niveles en una tienda especializada y probablemente saldremos de dudas.

Los campos magnéticos de los altavoces provocan alteraciones de color en las pantallas de los televisores basados en tubos de rayos catódicos (TRC), por lo que resulta imperativo que los transductores estén blindados magnéticamente cuando las cajas se ubiquen a escasa distancia del televisor. Pero si tenemos presente que muy pocas -prácticamente ninguna de alta gama- orientadas a la reproducción de estos canales incluyen este tipo de blindaje, es aconsejable separarlas del televisor un mínimo de 60 cm. La solución utilizada con más frecuencia por los diversos fabricantes consiste en adosar un segundo imán a cada altavoz, con la polaridad invertida para concentrar el flujo magnético, lo que impedirá radiaciones indeseables. Caso de producirse, esas alteraciones de color desaparecerán al aumentar la distancia entre las cajas y el televisor. En ocasiones será preciso ponerlo en marcha desde la posición de apagado total (no desde el modo de espera), para que actúen las bobinas desmagnetizadoras incorporadas en este tipo de televisores.

Haremos unas consideraciones para lograr su mejor ubicación, desde el pleno convencimiento que la mejor suele generar problemas de índole “doméstica”. Como el resultado sonoro estará influenciado por las condiciones acústicas de la sala, es aconsejable colocarlas lo más alejadas de las esquinas y separadas de la pared trasera un mínimo de 50 cm, e incluso más si así lo aconseja el fabricante o llevan el puerto bass reflex en el panel trasero. En condiciones normales, la separación entre ellas deberá ser algo menor que la distancia desde cada caja al punto de escucha, incluso se pueden girar hasta que sus frontales “miren” al citado punto, pero es necesario realizar algunas pruebas. Es preciso evitar a toda costa el llamado agujero central, signo inequívoco de una excesiva separación entre las cajas o demasiada proximidad desde la posición de escucha. Por el contrario, puede desaparecer la imagen estéreo si se ubican demasiado juntas.

Es necesario comprobar la correcta puesta en fase eléctrica, que no siempre es la adecuada por factores que no vienen al caso, aunque se respeten los códigos de color de los bornes de amplificador y cajas durante el cableado. Existen en el mercado discos de prueba que, entre otras, incluyen pistas para este importante ajuste, pero en su defecto escuchemos un disco que conozcamos bien, con la voz de un cantante. La voz debe llegar perfectamente focalizada y localizable en un punto concreto entre ambas cajas, pero si la voz llega dispersa y difícil de situar en el espacio, invirtamos la conexión en una de ellas -sólo en una- y repitamos la prueba.



Cajas para el canal central



Existe la recomendación general de que todas las pantallas acústicas para una instalación de cine en casa sean de la misma marca y serie, con el fin de asegurar un correcto balance tonal que evite los desagradables y desconcertantes desequilibrios de timbre. Esta recomendación cobra especial relevancia en el caso de la destinada para el canal central, hasta el punto de que no faltan consejos para que sea idéntica a las de los canales principales, aunque la realidad lo haga inviable por consideraciones estéticas. El canal central transporta casi en exclusiva los diálogos de las bandas sonoras, por lo que la caja asociada deberá responder con la mayor linealidad posible en las frecuencias medias, zona en la que se encuentra el espectro de la voz humana. Existen diseños con un ángulo de dispersión controlado para evitar reflejos en el techo y suelo de la estancia, asegurando la perfecta inteligibilidad de los diálogos.

Las dimensiones y peso de la mayoría de diseños de gama media del mercado, autorizan su instalación encima o debajo del televisor, por lo que resulta del todo imprescindible su blindaje antimagnético. Sin embargo, para los grandes y pesados modelos de muy alta gama o cuando se visualizan imágenes en pantallas planas de gran diagonal o mediante proyección de vídeo, resulta conveniente su instalación en un soporte de suelo. En cualquier caso, no debe preocupar la posible diferencia de distancia al punto de escucha respecto de las cajas principales, pues el procesador de audio-vídeo se encargará de establecer los retardos temporales apropiados cuando se le especifique las distancias al punto de escucha.



Cajas para los canales de efectos



Con este apelativo nos referiremos a toda caja acústica que no vaya destinada al trío frontal. Así de claro y sencillo. El cine en casa comenzó con 4.0 canales -no existía el canal central- en la época del primitivo Dolby Surround, que no tardó en evolucionar a 5.0 con el desarrollo del Dolby Pro Logic y más tarde a 5.1 a raíz de la aparición de la normativa THX que contemplaba la presencia de un subwoofer. Así se mantuvo desde que nació el audio digital multicanal hasta la aparición de los formatos extendidos 7.1, y ya existen rumores de nuevos canales, incluso de cajas para adosar en el techo.

Sea cual fuere el número de pantallas para efectos, nada impide utilizar el mismo modelo que para los principales, pero cuestiones de orden práctico aconsejan que sean de un tamaño más reducido. Aunque los formatos de audio digital multicanal consideran a todos los canales como de rango completo, de 20 a 20.000 Hz, no es habitual escuchar sonidos de muy baja frecuencia en los canales de efectos cuando se han instalado para ellos pantallas con una amplia respuesta en graves. No obstante, se suelen utilizar los modelos más pequeños de cada gama asistidas por un subwoofer para recuperar las bajas frecuencias.

Merecen una especial consideración las cajas de diseño dipolar y bipolar. Las primeras constan de dos paneles opuestos con idéntica disposición de altavoces en cada uno que radian la misma información, pero con fase y polaridades opuestas contra las paredes y techo de la sala, por lo que generan un sonido reflejado y difuso que hace imposible localizar su procedencia, dado que su panel “visto” -conocido como cara muerta- no emite sonido alguno al carecer de transductores. Las genuinas dipolares presentan el inconveniente de una escasa reproducción de bajas frecuencias -no suelen bajar de 100 Hz- precisamente por la oposición de fase acústica que cancela los frecuencias bajas, según vimos en un anterior capítulo. Aparecieron con el Dolby Pro Logic y su limitación en el rango de frecuencias para los canales de efectos entre 100 y 7.000 Hz. Para soslayar este inconveniente, los actuales modelos dipolares suelen incorporar un altavoz de medios-graves en la otrora “cara muerta”. Las de diseño bipolar también disponen de dos paneles activos, aunque en este caso forman un ángulo, montan distinta disposición de transductores en cada panel y ambos radian en igualdad de fase, pero en contrapartida tienen una directividad más acusada que las dipolares. Algunos modelos tienen la posibilidad de funcionar en modo dipolar o bipolar, cuya selección se realiza mediante un conmutador.

Como el audio del cine en casa trata de emular al de un verdadero cine, tomemos buena nota de cómo se escuchan los efectos de sonido en un buen cine -afortunadamente los hay- y obremos en consecuencia. Es el mejor consejo que podemos dar como ayuda para seleccionar entre los tres tipos reseñados: convencionales, dipolares o bipolares. No obstante, en salas pequeñas o cuando las cajas de efectos se tengan que ubicar a escasa distancia del punto de escucha, se deberá considerar muy seriamente la instalación de modelos dipolares o bipolares.

En las cajas destinadas a los canales de efectos, carece de importancia el blindaje antimagnético al instalarlas alejadas del televisor.

En cuanto a su correcta ubicación, existen diversas normas y como ejemplo citaremos las de Laboratorios Dolby, las de DTS, etc., y las “normas” que en más ocasiones de las deseadas impone la propia sala, ya que una inoportuna ventana, una puerta o una columna, impiden ubicar aquella caja en aquél preciso lugar. Para sistemas 5.1 ó 7.1 y como una norma general deberíamos considerar la instalación de las laterales a ambos lados del lugar de escucha, ligeramente hacia la parte de atrás y en un punto elevado, de modo que el sonido nunca nos llegue directamente, sobre todo cuando se trate de cajas convencionales. Consideremos una altura de 1,80 m como una buena media, incluso para modelos dipolares/bipolares, aunque nada impide que cada aficionado encuentre el lugar más adecuado, según sus preferencias. Para 7.1 y aunque sea obvio comentarlo, las traseras deberán ubicarse en la pared homónima de la sala, a la misma altura que las laterales. Y ¿por qué no una combinación de dipolares/bipolares a los lados y convencionales atrás, o viceversa?