• Hits: 2861

Lo que debes saber sobre los TV LCD

Inicio desactivadoInicio desactivadoInicio desactivadoInicio desactivadoInicio desactivado
 

Todo lo que deberías saber antes de adquirir un televisor LCD de baja diagonal.

Texto: Alberto Gilabert

Coincidiendo con la convocatoria de los Premios CEC de cada año, aprovechamos para realizar una pequeña encuesta y conocer vuestras preferencias y opinión sobre la revista. Una de las preguntas que os pedimos contestar se refiere al número de televisores en el hogar y, en más de un 70 %, el número es superior a 1. Entre los que hacemos esta revista, absolutamente todos, tenemos, como mínimo, 2 televisores.

Uno suele ser el principal, el que está en el salón comedor y es el punto de reunión familiar. En él hemos gastado el dinero, buscando un producto de calidad y fiabilidad. A él le conectamos el lector de DVD-Video y miramos, con la mayor calidad posible, nuestras películas. Los otros televisores suelen ser los que situamos en los dormitorios o en algún despacho. Éstos suelen ser pequeños aparatos de TRC de 17-20”, cuyo precio, entonces y ahora, los hace muy asequibles.

En un momento en que la industria parece olvidar el TRC a favor de los LCD y plasmas, más de uno ya ha pensado en actualizar ese pequeño televisor de tubos por otro de LCD (básicamente, por que no hay paneles de plasma por debajo de las 37”), pero no ha sido hasta ahora que los precios de estos modelos de “última” generación han visto su PVP algo más asequible. Hace poco, un LCD de 26” costaba casi lo mismo que el mejor TRC de 32”, lo que no justificaba la inversión para un visualizador secundario.

Ahora no, los precios han bajado, coincidiendo con la entrada en el sector de nuevas marcas que antes se dedicaban casi exclusivamente al mundo informático. Si apostamos por la calidad en nuestro televisor principal, ¿por qué no lo hacemos también con los secundarios? Seguramente, para muchos adquirir un aparato cuyo PVP está alrededor de los 1.200 € para este propósito puede ser “caro”, pero poco a poco no sólo serán más asequibles, sino que nuestro interés en tener uno de estos crecerá, sin duda alguna.

¿No es pasarse un poco comprar un TV LCD de 26” cuyo PVP es de, aproximadamente, 1.200 euros para ver un rato la televisión en la cama o para que el niño juegue a la PS en su habitación? La única respuesta válida es la que cada uno responda, pero tenemos una respuesta negativa para ambas situaciones.

Uno de los escollos a solucionar, en breve, es la calidad de vídeo que nos proviene de la señal de televisión analógica terrestre. Pronto, esta señal mejorará, como mínimo, en apreciación y se espera que en pocos años más la alta definición sea real en esta aplicación. Como mínimo, la llegada de la televisión digital mejorará la recepción y evitará algunos de los artefactos propios de la señal analógica. Así, ganar unas cuantas pulgadas en el televisor de la habitación puede ser interesante, sobre todo si estas pulgadas adicionales no implican mayor profundidad.

Seguramente, ese viejo TV de tubos de 15” está colocado sobre una bandeja en la pared. Si subimos hasta las 23 ó 26” en TRC, el aparato crece en profundidad y peso, siendo algo inseguro que siga colgado. Pero un LCD de 26” no sólo pesa relativamente poco, sino que puede colgarse de la pared (ya sea mediante un soporte específico o con alguna solución que hagamos nosotros mismos) y apenas ocupará un ancho de 15-20 cm, es decir, menos que el TRC de 15”. Cuando la mayoría de viviendas aprovechan cada metro cuadrado, esto es una buena noticia.

En el televisor de la habitación de los niños, agradecerán, sin duda alguna, mejorar su experiencia audiovisual si pueden jugar con la PS2 o cualquier otra consola en una pantalla de 26”, en vez de un cubo de 17”.

Además, tal y como podemos ver en la comparativa que acompaña este artículo, muchos de estos televisores de LCD vienen con una entrada VGA que, junto a su resolución compatible informática, facilita su conexión a un ordenador. Pasaríamos de una pantalla convencional a una “mega-pantalla” de 26”. Al principio puede ser difícil acostumbrarse, pero no es mala idea tener una gran pantalla para PC que nos facilite la visualización de textos, a al vez que, cuando nos cansemos, podremos utilizar como televisor gracias a su sintonizador incorporado.

Otra aplicación interesante la encontramos en esos aficionados que tienen una sala propia para proyección de vídeo y equipo de sonido. Si hay proyector, se entiende que para todas las películas y/o conciertos en DVD-Video se recurrirá a él pero ¿gastaremos lámpara durante el ajuste del disco o cuando necesitemos, sólo durante unos minutos, ver una imagen? Un televisor LCD de baja diagonal otorga calidad de imagen y distinción estética, e incluso puede colgarse de la pared y que la pantalla la oculte cuando se despliegue.



PORTABILIDAD



Nos referimos a portabilidad a la posibilidad de poder mover, físicamente, el televisor de un lugar a otro, sin demasiados problemas.

Puede ser interesante cuando ese segundo TV es compartido por varios miembros de la familia (de día, al despacho, de noche al dormitorio, o quizá en la cocina durante las comidas, etc.). La mayoría de los LCD de 26” no vienen con asas para facilitar moverlos de un sitio a otro, pero la relación entre la diagonal y su peso es muy buena: 1 sola persona podrá mover el televisor sin demasiados problemas. Los únicos inconvenientes de tanto ajetreo son los mismos que con cualquier televisor: es necesaria una toma de corriente y una entrada de RF (antena).



CONECTIVIDAD



A la hora de adquirir un LCD de esta categoría y pensando en el uso “secundario” que le vamos a dar, son pocas las demandas en cuanto a conectividad. De hecho, sería suficiente con que tuvieran una entrada de RF y alguna toma SCART (RGB) y de vídeo por componentes o digital. Dejamos de lado que todos suelen venir equipados con entradas de S-Video y vídeo compuesto, ambas útiles, por ejemplo, cuando queremos conectar una cámara de vídeo o de fotografía digital.

Aún así, los fabricantes empiezan a entender que, a veces, una conexión “extra” les supone poco esfuerzo y puede ser un excelente motivo de venta. Así, encontraremos modelos asequibles con entradas de vídeo por componentes, VGA (interesante si elegimos el televisor como monitor informático) y, más recientemente, DVI/HDMI.

Esta última entrada digital resulta muy interesante cuando el televisor es algo más que un aparato secundario (por ejemplo, cuando se utiliza en la sala audiovisual con el proyector como principal sistema de visualización). A la par con el auge de los reproductores de DVD-Video con salida de vídeo digital, nos permitirá una conexión limpia y bajo dominio digital que conseguirá una calidad de imagen muy buena.



SINTONIZADOR DIGITAL



A las puertas de la consolidación de la TDT antes de su obligada puesta en marcha, ya vale la pena pensar en modelos de televisores que vengan con sintonizador digital integrado. Esto facilitará que, en un futuro a medio plazo, tengamos que asociar el televisor a un descodificador externo, lo que puede ser un problema, por ejemplo, si hemos colgado el televisor en la pared, o si estaremos moviéndolo continuamente por toda nuestra casa. Aún así, sinceramente, son pocos los fabricantes que apuestan por ello (en la comparativa, sólo 1 modelo cumple con esta premisa).

No hace falta que el sintonizador además sea compatible con MHP, algo que dejaremos específicamente para el televisor principal.

En el caso de no tener sintonizador digital (como en la mayoría de modelos), bastará añadirle a las exigencias de conectividad un SCART adicional, ya que utilizaremos este nuevo SCART para la entrada de señal de vídeo y audio desde el descodificador externo TDT. Los televisores con entradas de vídeo digital quizá podrán sacar provecho de algún que otro sintonizador TDT con salidas DVI-HDMI, de los que actualmente no tenemos demasiada constancia de su comercialización (a excepción de algún que otro receptor satélite).



RESOLUCIÓN



Una de las ventajas propias de los paneles LCD es su fabricación híbrida para aplicaciones audiovisuales e informáticas. Amén de la diferente disposición de las celdas RGB (en informática se pondera la mejor visualización de los caracteres; mientras que en audiovisual se apuesta por la fluidez de los contornos de los objetos), es más fácil encontrar en el mercado televisores de alta definición que de definición estándar. Muchos paneles vienen con resoluciones propias de las combinaciones informáticas y, asociadas a un escalador apropiado, permiten una imagen en pantalla bastante correcta. De hecho, es justamente la resolución de la pantalla el menor de los problemas de los LCDs, ya que casi siempre presentan una resolución cercana a los 720p de la HDTV. Así, el actual logotipo “HD Ready” suele ser bastante común en estos modelos.



VELOCIDAD DE REFRESCO



Este es, seguramente, el talón de Aquiles (junto al nivel de negros) de los TV LCD. Cuando se diseñaron los LCD para aplicaciones informáticas, la velocidad de refresco de las celdas no era un problema. La mayoría de usuarios informáticos utiliza el ordenador para aplicaciones de ofimática, ponderando una mayor tasa de brillo a una velocidad de refresco baja. Pero con la llegada de lo audiovisual, esta velocidad adecuada en PC es muy lenta en televisión.

La velocidad de refresco se refiere al tiempo que necesita un elemento de un píxel (hay 3 por píxel: uno para cada color primario) para cambiar su estado de encendido a apagado. Cuanto más lento es, más propensión al arrastre de colores. En los primeros televisores LCD, ya hace algunos años, era muy evidente este problema: cada vez que había un objeto en movimiento o una cámara realizando una panorámica, era notable el desenfoque total de la imagen. Poco a poco se han ido encontrado valores mucho más rápidos, siendo 6 ó 8 ms los valores aceptados, aunque no reducen definitivamente este problema, pero lo hacen tremendamente más soportable. Evidentemente, como en todo lo que se refiere a nuevos avances, a menor velocidad de refresco, mayor precio.



NIVEL DE NEGROS



Un fluorescente da luz a toda la pantalla de nuestro televisor LCD. Justo después de las celdas o elementos de píxel de color se encuentra la matriz que, según una intensidad de corriente determinada, permiten o no pasar la luz. Esta propiedad de los paneles de cristal líquido (que puedan dejar o no pasar la luz) es la que permite generar imágenes en color y movimiento en los televisores. Esta capacidad de oscurecerse es la que determina el nivel de negro de la imagen pero, desgraciadamente, no consiguen el negro profundo que todos quisiéramos.

Hagan ustedes el siguiente experimento: enciendan un televisor (o un monitor) LCD y aplíquenle una imagen totalmente negra. Verán cómo el negro no es del todo negro, virando hacia un gris muy oscuro. Este defecto es mucho más visible si estamos a oscuras. En cambio, para un panel LCD es mucho más fácil conseguir un brillante blanco, que dependerá, casi exclusivamente, del potencial de brillo del fluorescente. Este es el segundo talón de Aquiles de nuestros invitados. Volvemos al discurso de siempre: a mejor negro, mayor precio.

Atención a cómo los fabricantes informan sobre la relación de contraste de sus paneles. Visto este defecto, que tampoco es muy escandaloso, es fácil observar cómo se mide la relación de contraste utilizando como negro el televisor totalmente apagado. Así, el negro que se consigue es uno falso, y quizá la relación de contraste real dista mucho de la que anuncia el fabricante.

Si nos planteamos, además, el nivel de blancos, tenemos que entender la diferencia básica entre un monitor informático y un televisor LCD. Los primeros demandan de una mayor tasa de brillo, y el nivel de negros mínimo no es tan preocupante. En el segundo de los casos, a mayor brillo se puede llegar a quemar más fácilmente la imagen. Se tiene que buscar un valor medio correcto, que normalmente llega a las 450-600 cd/m2.

Finalmente, pequeño inciso al ángulo de visión. En informática es interesante centrar todo el brillo a un usuario que apenas dista 1 m. En televisión, la distancia es mucho mayor y el número de espectadores puede aumentar. No hay problema, ya que al querer aumentar el ángulo se pierde brillo, pero la tecnología LCD puede alardear de poder conseguir unas buenas tasas de brillo. Sólo tenerlo en cuenta si el modelo es “muy informático”.