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Conexiones y receptor de A/V

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Una unión siempre difícil.

Texto: Alberto Gilabert

El receptor de A/V es mucho más que el amplificador multicanal que mueve los altavoces de nuestras cajas acústicas. Con el tiempo, la experiencia y, sobre todo, la demanda constante de los usuarios, el receptor se ha convertido en el centro neurálgico de nuestra instalación, convergiendo en él todas las entradas y conectándose al resto de los equipos “fuente”. De esta manera, además de amplificar realiza la importante función de seleccionar la entrada adecuada de la que queramos disfrutar, algo posible sólo cuando tengamos instalado bien todo el sistema y, obviamente, hayamos elegido un receptor de A/V que cumpla con estas necesidades. Desgraciadamente, a veces echamos en falta alguna que otra entrada justo cuando lo necesitamos, es decir, cuando ya hemos adquirido el receptor de A/V.

En el siguiente artículo intentaremos desgranar un poco esta doble función del receptor de A/V, así como ayudaros a elegir el modelo más cercano a vuestras actuales y futuras aspiraciones en función de unos parámetros de elección básicos y justificados. Aunque es posible afirmar “cuanto más ofrezca, mejor”, también es verdad que el precio se dispara.

Como centro principal de nuestro equipo, al receptor de A/V le llegarán la gran mayoría de señales de audio y vídeo de nuestras fuentes. Habrá quien piense que sólo le basta el reproductor de DVD-Video, pero la experiencia demuestra que, a muy corto plazo, esto no es así. Luego viene el audio de la señal de televisión, el sintonizador digital, el satélite, el magnetoscopio de VHS (si aún lo conservamos), la consola de juegos, ese giradiscos recuperado, la cámara de vídeo, etc. Hasta hace muy poco al receptor de A/V sólo le conectábamos el audio, pero desde que se han popularizado los televisores de alta definición, la conmutación de señales de vídeo de alta calidad ha entrado a formar parte de estos equipos.

Los fabricantes, conscientes de que cuanto más ofrezcan mucho mejor, siempre han respetado esos generosos paneles posteriores copados por aparentemente infinitos conectores RCA, de varios colores, entradas de audio digital y salidas de potencia mediante bornes. Pero la industria, aunque se supone que lo ha intentado, nunca ha conseguido estandarizar todas las salidas en un único tipo, haciendo esos paneles posteriores auténticos jeroglíficos indescifrables. ¿Por qué hay tantas?

El principal problema de la industria de contenidos es la piratería. Además de luchar contra la venta ilegal de sus productos, han intentado (y conseguido) que los fabricantes de electrónica hayan adoptado estándares de alta calidad pero condicionados a diferentes protocolos anticopia. Justamente por ello, no ha sido hasta recientemente que hemos podido utilizar las conexiones de vídeo digital DVI y HDMI, aunque ya es hora de que se estandarice una conexión digital única para las señales que vengan de un disco DVD-Audio o SA-CD. Éste es el único motivo por el que, a veces, la tecnología parece atrasarse.

Independientemente de ello, deben convivir todavía las conexiones analógicas y digitales. Todos hemos conectado un lector de DVD-Video a un receptor de A/V utilizando 1 único cable, pudiendo elegir, además, entre la opción eléctrica (S/PDIF) u óptica (EIAJ-TosLink). Por ese único cable se pueden transmitir hasta 8 canales de audio discretos, los que pueden ofrecer los formatos de audio multicanal digital extendidos como el Dolby Digital ES o el DTS EX. ¿Por qué, entonces, un receptor de A/V viene con entradas estéreo o multicanales analógicas? Para responder al primero de los casos (estéreo analógicas) tenemos que introducir el concepto de convertidor D/A. Éste es un circuito que convierte (como su nombre indica) las señales digitales (es decir, los carros numéricos de 1 y 0) en una señal continua en el tiempo, léase sinusoidal. Ésta, en definitiva, es la que, finalmente, utilizará el amplificador para alimentar las cajas acústicas. No todos los convertidores D/A (digital a analógico) son de la misma calidad. Los hay que, según el fabricante, consiguen acercarse mucho más a la señal original que otros; unos incluso consiguen “inventarse” parte de la señal con una mayor aproximación; otros simplemente se ciñen a una norma común que, aunque estandarizada, apenas se utiliza. Todos los reproductores de DVD-Video (que, recordémoslo, son compatibles con discos CD-Audio) incluyen un convertidor de este tipo, por eso vienen con salidas de audio estéreo analógico. Si el convertidor que utiliza nuestro lector es de calidad superior al del receptor, entenderemos que, para la audición estéreo, nos pueda interesar ese “extra” que el convertidor del lector nos ofrece.

Si la calidad de ambos es idéntica o, simplemente, la del receptor supera a la del lector, dejaremos intacta la señal digital procedente del soporte para conseguir una mejor conversión en el receptor. Esto no implica que, para las señales multicanales (Dolby Digital y DTS, básicamente, pero también para los archivos MP3, WMA, etc.), nos interese, asimismo, cablear la fuente con el receptor mediante digital. En la mayoría de los casos, bastará el uso de la señal digital entre lector de DVD-Video y receptor de A/V cuando se trate de bandas sonoras de películas, siendo la escucha puramente musical estéreo la más complicada de elegir, por lo que el juicio final dependerá del usuario.

Hay un aspecto que no podemos olvidar cuando recurrimos a un enlace analógico: la posible degradación de la señal, además de lo tedioso que puede resultar. Si, por ejemplo, tenemos una señal en Dolby Digital pero queremos enviarla por analógico al receptor de A/V tendremos que utilizar un mínimo de 6 cables, mientras que si optamos por el digital bastará 1. En cuanto a la degradación, y a no ser que utilicemos cables bien apantallados, es posible que, entre tanta amalgama de cables en la parte posterior de nuestros equipos, las interferencias electromagnéticas tengan presencia.

En resumen, por práctica y simplicidad, conectaremos los lectores de DVD-Video al receptor mediante conexión digital (tanto da S/PDIF como EIAJ-TosLink, aunque ésta es totalmente inmune a los problemas electromagnéticos pero puede romperse más fácilmente) y, a no ser que el convertidor de nuestra fuente sea mejor que la de nuestro receptor, mantendremos esa misma conexión en digital.

La excepción la ponen, como ya hemos avanzado, los reproductores compatibles con DVD-Audio y SA-CD. Al no existir de manera generalizada una conexión digital única (no ocurre así con algunos equipos de Meridian, Denon o Pioneer y, nromalmente, sólo entre componentes de la misma marca) la única alternativa es recurrir al “multicableado”, justamente por el caracter multicanal de ambos formatos.



SEÑALES DE VÍDEO



Muchos receptores aun incluyendo una amplia diversidad de tipos de entrada (analógicas, digitales...) suelen agruparlas en función de unas pocas (aunque, en la mayoría de casos, más que suficientes). Así, podemos elegir, por ejemplo, entre 3 digitales y 3 analógicas, pero no por ello dispondremos de 6 posibles fuentes. Quizá haya sólo 3, anulándose las 3 posibles entradas no utilizadas. Aunque es obvio que la duplicación es una redundancia.

Cada vez es más usual encontrar pequeñas posibles conmutaciones entre dos o tres entradas de vídeo por componentes o vídeo digital (DVI/HDMI). En la mayoría de los casos en que hemos analizado estas conmutaciones los posibles problemas son casi inapreciables, por lo que recomendamos su utilización. La idea es asociar una entrada de audio con una de vídeo, convirtiendo el receptor en un auténtico conmutador audiovisual. Pero siendo lo más purista posible, cada conexión añadida a la cadena implica una pérdida (aunque mínima) de calidad. Por lo tanto, es mejor transportar la señal de vídeo de un lector directamente al visualizador, sobre todo si se trata del lector de DVD-Video. Sí podremos utilizar el receptor, por ejemplo, para conmutar entre las señales de un sintonizador analógico, otro digital y una consola de juegos atacando a un proyector de vídeo. La “menor” calidad de estas señales hace todavía más inapreciable la supuesta pérdida con conexiones añadidas. Un lector de CD-Audio que, además, sea servidor musical (gracias al concurso de un disco duro) puede pedir una señal de vídeo facilitando al usuario navegar por los menús de selección de canciones. Esta señal de vídeo o control (como la propia del receptor de A/V cuando dispone de menú en pantalla u OSD) no demanda absolutamente nada de calidad. Como la utilizaremos simplemente como “guía” nos bastará la salida de vídeo compuesto o S-Video y, en la inmensa mayoría de receptores de A/V, se suelen agrupar muchas entradas de audio con su correspondiente entrada de vídeo de definición estándar. La señal de vídeo de salida puede ser en compuesto o S-Video y así podremos utilizar esa 3.ª o 4.ª entrada del visualizador que nunca pensábamos usar. Hay receptores capaces de escalar señales de vídeo en S-Video a un formato superior, añadiendo un interesante extra tanto al aparato como a nuestra instalación. Todo consiste en planificarlo con tiempo.

RECEPTORES Y MANDOS UNIVERSALES

Un tema que dejamos para otro número son los mandos universales programables. Cuando hemos conseguido conectar todos los equipos de nuestro salón al receptor y de éste al resto de visualizadores nos daremos cuenta de que estaremos utilizando, día sí, día también, unos cuantos mandos a distancia. Es el momento adecuado para plantearse la adquisición de un mando universal. Éstos permiten programar las teclas de cualquier otro control y ordenarlas casi a voluntad. Incluso nos permitirán agrupar bajo un solo clic todo un séquito de órdenes que, hasta el momento, realizábamos de manera sistemática. Así, por ejemplo, apretando el botón “ver películas en el proyector” conseguiremos encender el lector, el receptor, el proyector y que la pantalla se despliegue, seleccionar la entrada correspondiente en el receptor a la vez que le indicamos al reproductor que escale la señal a la resolución nativa del visualizador. Aunque conseguir esto cuesta tiempo, se agradece lo práctico que puede llegar a ser.